Portela charla con el Señor
Datos del Autor Darwy Berti
El poeta converso Paul Claudel dijo del autor de “Una temporada en el infierno”: “Rimbaud es un místico en estado salvaje”; del poeta loretano Oscar Portela se dice que es un místico domesticado y quizá ninguno de sus muchos libros testimonie mejor este civilizado misticismo judeo-cristiano que “Auto de Fe” o revocatoria”. Este libro fue publicado en 1982, cuando este lugareño atravesaba unas penurias semejantes a las de fray Luis de León o a las de San Juan de la Cruz. También Portela estaba viviendo aquí, en ese tiempo, una temporada en el infierno.
Su exégeta Paul Mourousy -en la contratapa de este libro- le confiesa a Portela: “Tú eres para mí el cantor de tu país y la gloria de tu ciudad, un verdadero poeta en rebelión permanente contra la necedad humana, las convenciones y las hipocresías”. Noemí Ulla, a su vez, asegura que hay en Portela “una celebración panteísta del objeto poético que aparece torrencial y caótico y, sin embargo al mismo tiempo un armado juego situando los opuestos… reorganizando esa enumeración de esplendores en un vértigo final”.
Entre esa rebelión permanente y ese caótico y al mismo tiempo ordenado objeto poético, Portela ruega: “¡Oh Señor, déjame cantar como / David y construir como Salomón, / y andar por las galerías del cielo y del infierno / con una flor inalterable entre los / labios como tu hijo Dante lo hizo…” Oscar Portela en este téte-á-téte con el “Señor”, le implora (¿antisartreanamente?): “ayúdame a no considerar / al prójimo el infierno” y, el lector, al cerrar este “Auto de Fe”, se pregunta: ¿le habrá ayudado ese “Señor”?
A lo largo de este rezo (¿qué otra cosa es este libro?), el lector encuentra algunos versos que sí prueban que ese “Señor” escuchó por algunos instantes la dramática plegaria del loretano y le ha permitido cantar como David y construir como Salomón. Y por esa oración al fin escuchada, Portela lo alaba con palabras que recuerdan las del “Cantar de los Cantares” y las de los “Salmos”: “Yo te alabo, Señor; / yo mitad ínfima de ti; / yo mitad híbrida del animal perfecto; / yo mitad del pájaro que abraza / libremente el viento / del cual también me hiciste, Señor”.
En 1950, en un célebre curso sobre “Los místicos”, dictado en el Colegio Libre de Estudios, Borges tuvo la feliz ocurrencia de incluir a Almafuerte: ¿no estaremos muy errados ahora si incluimos entre esos personajes borgeanos al autor de “Auto de Fe”, a nuestro vecino Portela?
(A pesar de lo que escribimos más arriba, también podemos preguntarnos si Portela -como Almafuerte- forma parte de esa familia de místicos no tan civilizados que no aceptan al “Señor” tal como les es dado por una Iglesia, sino que lo toman conforme a la verdad divina que sienten dentro de sí mismos).
Fuente: Diario El Libertador
Datos del Autor Darwy Berti
El poeta converso Paul Claudel dijo del autor de “Una temporada en el infierno”: “Rimbaud es un místico en estado salvaje”; del poeta loretano Oscar Portela se dice que es un místico domesticado y quizá ninguno de sus muchos libros testimonie mejor este civilizado misticismo judeo-cristiano que “Auto de Fe” o revocatoria”. Este libro fue publicado en 1982, cuando este lugareño atravesaba unas penurias semejantes a las de fray Luis de León o a las de San Juan de la Cruz. También Portela estaba viviendo aquí, en ese tiempo, una temporada en el infierno.
Su exégeta Paul Mourousy -en la contratapa de este libro- le confiesa a Portela: “Tú eres para mí el cantor de tu país y la gloria de tu ciudad, un verdadero poeta en rebelión permanente contra la necedad humana, las convenciones y las hipocresías”. Noemí Ulla, a su vez, asegura que hay en Portela “una celebración panteísta del objeto poético que aparece torrencial y caótico y, sin embargo al mismo tiempo un armado juego situando los opuestos… reorganizando esa enumeración de esplendores en un vértigo final”.
Entre esa rebelión permanente y ese caótico y al mismo tiempo ordenado objeto poético, Portela ruega: “¡Oh Señor, déjame cantar como / David y construir como Salomón, / y andar por las galerías del cielo y del infierno / con una flor inalterable entre los / labios como tu hijo Dante lo hizo…” Oscar Portela en este téte-á-téte con el “Señor”, le implora (¿antisartreanamente?): “ayúdame a no considerar / al prójimo el infierno” y, el lector, al cerrar este “Auto de Fe”, se pregunta: ¿le habrá ayudado ese “Señor”?
A lo largo de este rezo (¿qué otra cosa es este libro?), el lector encuentra algunos versos que sí prueban que ese “Señor” escuchó por algunos instantes la dramática plegaria del loretano y le ha permitido cantar como David y construir como Salomón. Y por esa oración al fin escuchada, Portela lo alaba con palabras que recuerdan las del “Cantar de los Cantares” y las de los “Salmos”: “Yo te alabo, Señor; / yo mitad ínfima de ti; / yo mitad híbrida del animal perfecto; / yo mitad del pájaro que abraza / libremente el viento / del cual también me hiciste, Señor”.
En 1950, en un célebre curso sobre “Los místicos”, dictado en el Colegio Libre de Estudios, Borges tuvo la feliz ocurrencia de incluir a Almafuerte: ¿no estaremos muy errados ahora si incluimos entre esos personajes borgeanos al autor de “Auto de Fe”, a nuestro vecino Portela?
(A pesar de lo que escribimos más arriba, también podemos preguntarnos si Portela -como Almafuerte- forma parte de esa familia de místicos no tan civilizados que no aceptan al “Señor” tal como les es dado por una Iglesia, sino que lo toman conforme a la verdad divina que sienten dentro de sí mismos).
Fuente: Diario El Libertador