Sucedían muchas cosas extrañas pero nunca supimos a ciencia cierta de donde provenían esas manifestaciones que a mis padres parecía no importarles en lo absoluto, quizás para no causar temor alguno en mí.
Cierta noche comencé a oír ruidos cerca de mi cama, algo parecido a un sonajero que me despertó de golpe y entonces al abrir mis ojos pude ver claramente la imagen de Trini.
No sentí miedo. Ella estiró sus brazos para llevarme al mundo de las hadas, eso dijo. Y en el fondo todas las niñas del mundo sueñan con tener una. Pero no como Trini, ella era distinta a lo que había visto de la magia Disney. Que mala suerte que me haya tocado a mí.
Quise empacar pero me dijo que nada necesitaría, pues las hadas proveen de todo lo necesario y sería un estorbo cargar conmigo y una maleta.
Completamente ilusionada salí de su mano escapando por la ventana, ilusión que duró poco, al notar que usaba los métodos tradicionales para marcharnos, en vez de una varita mágica que iniciara una aventura increíble. Subimos a un carro y a través del cristal trasero ví como nos alejábamos de mi hogar hasta que desapareció.
Era increíble estar con mi hada madrina, pero no tan divertido. En el vehículo también estaban dos señores mal encarados que al hablar con mi hada pronunciaron su nombre y por eso supe que era Trini. A veces llegaba a notarla algo nerviosa cuando la miraba fijamente y tal vez por esa razón colocó un cinto en mis ojos que no me dejaba ver. Quizás quería darme una sorpresa, por lo que no tuve problemas en llevarlo puesto.
El camino se hizo tan largo que me quedé dormida y cuando desperté no pude moverme. Mis manitas y pies estaban atadas y el lugar donde me encontraba era muy oscuro. Tampoco podía gritar porque habían colocado otro cinto en mi boca. Allí entonces sentí mucho miedo de haber ido al mundo de las hadas sin permiso de mis padres.
Trini, mi hada madrina, me daba ocasionalmente a beber con un sorbeto pero tenía mucha hambre y comenzaba a acalambrarme.
Así comencé a soñar que era mentira que estaba en el mundo de las hadas, y pude verme con mis papás en la casa encantada.
En aquel mundo perdí la cuenta de los días, hasta que aquella mañana Trini me dijo que todo había salido mal, que mis padres no habían hecho las cosas bien al avisar a la policía. Nunca supe que en el mundo de las hadas también hubiesen policías.
Trini dijo que no quería hacerlo, pero que irremediablemente tenía que desaparecerme.
Lo que nunca supe, fue si utilizó esa vez su varita mágica para mandarme a este mundo paralelo.
Hoy, estoy nuevamente en casa, y aunque trato de tener contacto con mis papás, ellos no pueden verme. Frecuentemente los miro llorar abrazados y siento que es mi culpa.
Por eso, cuando Trini regrese a sacarme de aquí y pueda regresar con ellos, jamás volveré al mundo de las hadas sin avisar antes.